No se me ocurre un personaje más colorido que la de un indígena de la comunidad Tsáchila. Camino a una reunión de trabajo en Santo Domingo de los Tsáchilas, entre la capital de esta provincia y la vía a Quevedo, no pude evitar repetir la experiencia que supone el dejarse llevar por la curiosidad y gusto de estar por unos breves momentos entre estos amistosos y cultos ecuatorianos. En pocas palabras: son una comunidad ejemplar. Han logrado organizarse de tal manera que la comuna participa en micro proyectos de turismo en donde se acoge a todo turista, que tiene la fortuna de llegar, de la manera en la que se trata a un familiar, o al menos así me sentí yo.Todo perfectamente organizado y limpio. Bien distribuido y manteniendo su cultura ancestral, el visitante puede sentir la inmersión en su vida. Entre todos, ahora solo quedan aproximadamente unos tres mil indígenas que aún mantienen su cultura y vestimenta. Suena a un gran número, pero ellos se apenan de ver cómo han disminuido, sucumbiendo al proceso inevitable de la modernización y aculturación de su gente.Pronto haremos un reportaje más amplio por invitación de la dirigente, pero mientras tanto, les dejo unas pocas imágenes y les invito a repetir esta experiencia digna de vivirse.