Cada día al empezar nuestra jornada muchos nos sentimos como peces nadando en un estanque de tiburones, como si en cualquier momento viniera un pez más grande a devorar nuestra pareja, nuestro negocio, nuestras ideas e incluso a nosotros mismos, y es agotador vivir de esta manera.
Las redes sociales contribuyen de manera importante a este sentimiento, cuando vemos que sin pudor y sin ninguna clase de consideración replican ideas y acciones que nos han llevado tiempo y trabajo desarrollar, incluso en las cuales hemos invertido dinero.
Sin embargo, cuando me siento así me gusta recordar la verdad espiritual propuesta por la kabbalah en la cual se nos enseña que vivimos la realidad que estamos preparados para vivir, que vivimos aquello que nuestra consciencia proyecta hacia lo material, que vemos y sentimos de esta manera porque nos sentimos desconectados de la fuerza vital, y eso nos crea una sensación de desamparo.
Recordar constantemente estas verdades espirituales de manera voluntaria y sostenerlas en nuestra consciencia permite que nuestra realidad siga siendo la misma pero nuestra percepción sobre ella cambie radicalmente.
Empezamos a ver, por ejemplo, que cuando nos copian o nos imitan es porque somos inspiración y porque tenemos un don especial que nos hace ser canal de luz para otros, empezamos a ver cómo nuestras herramientas personales son irrepetibles, incomparables e inimitables, como nuestra forma de hacer las cosas tiene nuestra huella energética, empezamos a sentirnos nuevamente amparados y protegidos por la fuerza vital que da forma a todo lo que existe. Por la fuerza vital que permite el correcto y perfecto funcionamiento de la ley de causa y efecto, donde cada uno recibirá el fruto de lo que sembró.
Esto no quiere decir que no debes protegerte y poner límites. Otra verdad espiritual que aprendemos en kabbalah dice que hay que saber usar el rigor de manera consciente y proactiva para delimitar lo que podría afectarnos.
En ambos casos requerimos estar conectados a un nivel de consciencia superior a la mente y a la emoción, al nivel más cercano a nuestra alma.
Cada vez que te sientas desamparado en el estanque de tiburones recuerda algo esencial:
Nunca estamos solos, si respiras, si sientes, si piensas es porque estás conectado a la fuente vital de energía del universo, de tal forma que no tenemos razón para sentir miedo de ser devorados.
Cuando venimos de un corazón sereno, auténtico, un corazón que ha trabajado espiritualmente y ha sanado muchas de sus heridas, ese trabajo espiritual es el que nos protege y nos guía hacia nuevos horizontes donde siempre es posible cooperar en lugar de competir, donde ampliamos la visión de la vida con el lente del alma, recordando siempre que cuando sentimos temor y elegimos competir estamos viendo a través del pequeño lente del ego.
La kabbalah es Luz espiritual, la Luz que habita dentro de cada uno de nosotros, solo tienes que aprender cómo encenderla para vivir como un pez “feliz y protegido” en un estanque de tiburones.
A todos los que sienten peces en medio de tiburones, amense y confíen en la pureza de su corazón.
Patricia Jurado U.
Directora de Fundación Kabbalah Ecuador
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