Todos hemos escuchado que debemos dar sin esperar nada a cambio, pero somos humanos y siempre, aunque creamos que damos por puro amor o por pura generosidad, en el fondo estamos esperando algo de vuelta.
Si damos a nuestros seres queridos, de algún modo u otro esperamos recibir de regreso amor o gratitud. Si hacemos un favor a amigos o conocidos, igual queremos que al menos digan: ¡qué buena gente es! Es decir, esperamos reconocimiento.
Entonces, ¿se puede realmente dar sin esperar nada a cambio?
Dar solo porque tu corazón siente el deseo de ayudar. Eso sucede únicamente si sientes una gratitud tan grande con la vida que te empuja a darle a la vida de vuelta, porque sientes que es la dinámica como funciona el universo.
No por nada sabemos que lo que se da, se recibe. Entonces, incluso cuando damos a alguien que no conocemos ni nos conoce, lo hacemos de manera egoísta porque sabemos que la vida nos compensará. Suena mal, ¿no? 🤨 La verdad es que es una regla universal, es una verdad indiscutible, así que no debería perturbarnos y lo que debe ocuparnos es qué es lo que sembramos para saber qué cosecharemos.
Todo lo anterior nos lleva al reconocimiento de que incondicional totalmente no es porque igual sabemos que si damos, recibiremos…
Pero esto también tiene su excepción, ya que si lo que nos motiva a dar a otros es un cálculo de lo que vamos a recibir, para que queden en deuda conmigo o para luego también pedir un favor, la raíz misma de dar se desvirtúa y ahí sí se rompe ese ciclo de recibir lo que doy porque no di de manera genuina en primer lugar, lo hice por interés, entonces lo que cosecharé es igual que lo que me den sea dado a mí con un interés por detrás.
Así que demos,
Demos pensando en el otro, no en nosotros, y así, solo así, recibiremos genuinamente de vuelta.