En toda sabiduría espiritual ancestral se reconoce a la sexualidad humana como un espacio sagrado. En los tiempos más recientes los humanos desarrollamos un código moral que no ha logrado mantener en la conciencia en la gente sobre lo sagrado de la sexualidad.
Kabbalah no lidia con la moral ni con ningún tipo de construcción humana, por el contrario promueve el autoconocimiento del ser humano con el propósito de que se reconozca como lo que es: un ser que en esencia es Divino, y que de esta manera pueda, a través del ejercicio de su voluntad, elevar todas sus expresiones vitales.
Precisamente porque no lidiamos con construcciones humanas, vamos a obviar el esquema de correcto o incorrecto, puesto que ese pensamiento dual está relacionado a este plano terrenal. Vamos a intentar ver las cosas un poco más allá de lo evidente.
Cuando hablamos de que somos criaturas divinas se sobreentiende que deberíamos vivir en plenitud, pero ¿por qué esto no ocurre? la kabbalah nos enseña que la causa más grande por la cual experimentamos caos tiene que ver con nuestro deseo egoísta, cuya semilla es el miedo. Una persona que obedece a sus miedos, se defiende, ataca, depreda, compite, se aísla del otro, etc. Este tipo de comportamientos también se ven reflejados en la conducta sexual del ser humano.
¿Qué ocasiona esto? evidentemente una desconexión de la naturaleza divina de la sexualidad, una consciencia de la divinidad sexual tiene equilibrio, autocuidado y cuidado por el otro, generosidad con el otro, la pareja se conecta en niveles mentales, emocionales y sexuales para crear un circuito de energía estable y sano para ambos.
El árbol de la vida, éste circuito del flujo vital que estudiamos en kabbalah y que permea de los mundos superiores a este plano terrenal, también se encuentra en el cuerpo humano y la zona genital representa en el árbol de la vida a la puerta de la divinidad, es por esta razón que a través del intercambio de energía sexual podemos crear un ser humano.
La Kabbalah también nos enseña que el uso indiscriminado de nuestra sexualidad sin una conciencia plena de autocuidado y cuidado del otro promueve la desconexión del bienestar. la prosperidad, la salud, la paz mental, la salud emocional,etc. Si pensamos en términos de kabbalah, la mujer es una vasija receptora, pregúntese ¿de quién quiere usted recibir energía y retenerla? puesto que la energía no desaparece y el varón es un canal de fuerza vital de los mundos espirituales, pregúntese ¿a quién le quiere entregar su fuerza vital?
Estas simples preguntas abren un nuevo paradigma de pensamiento en cuanto se refiere a la sexualidad humana, espero que te sirvan para reflexionar y encontrar ese espacio sagrado en tu expresión del ser, el espacio sagrado que debe ser compartido con consciencia y equilibrio para preservar tu bienestar… Nuestros sabios de la kabbalah van más allá y nos dicen que asi preservamos el bienestar del mundo entero.
Comparte este articulo, el ser humano necesita ser más consciente del impacto de sus acciones en su vida.
Patricia Jurado U.