Nuestros sabios de la kabbalah hace miles de años ya enseñaban que no podemos dar a otros lo que no somos capaces de darnos primero a nosotros mismos; nuestras infancias, nuestra educación, nuestro entorno socioeconómico afecta directamente a la relación que tenemos con nosotros mismos, a cuánto amor y sentido de merecimiento de bienestar sentimos que tenemos.
Todo esto sumado a una personalidad que se desarrolla sin herramientas para pulir nuestro ego permite que cada vez nos alejemos más del poder que representa una autoestima sana.
Me refiero con la palabra poder porque dentro del entendimiento kabbalista cada vez que sanamos partes de nuestra vida, somos capaces de amarnos y respetarnos más como individuos, lo cual produce como efecto en la vida cotidiana que podamos vivir de manera proactiva, es decir, tomando conciencia de nuestras acciones y también tomando mejores decisiones.
Esto permite que nos convirtamos en receptores idóneos de la fuerza vital que se materializa en este mundo, como salud, dinero, amor, paz, claridad, enfoque, determinación, etc., todas necesidades vitales para una vida plena y con una sensación constante de conexión y bendición.
Pero vamos al escenario contrario, cuando por comodidad, por falta de conocimiento o por necedad no trabajamos en salir de los patrones con los cuales crecimos y que fueron debilitando nuestra autoestima y nuestro sentido de merecimiento esto hace que se debilite constantemente nuestra autoestima enmascarándose con el ego, lo que en consecuencia nos hace actuar de manera reactiva – repulsiva. Consciente o inconscientemente tomamos decisiones que sabotean nuestra vida, estas decisiones usualmente están basadas en el orgullo, la necesidad de control, la envidia, el miedo, la competencia y otros atributos de la carencia ocasionada por nuestra sombra.
Constantemente abandonamos proyectos, relaciones y situaciones que estaban diseñadas para traernos satisfacción (modo repulsivo).
Entonces ¿cómo pasamos de ser reactivos – repulsivos a proactivos – receptivos?
La recomendación esencial es empezar a vernos con más amor y con menos juicio, con más dulzura y con menos dureza. Somos quienes mejor podemos ser en cada instante y con las herramientas que tenemos. Debemos recordar que somos seres divinos en permanente construcción, que siempre podemos cambiar para bien y que esos pequeños pasos que damos todos los días para ser mejores cuentan en la manifestación de un nuevo ser; que se sepa y se sienta una vasija idónea de todo lo bueno, de todo lo lindo y de todo lo bello que existe en el universo.
Deseo que te quedes con esta frase: eres la eterna posibilidad.
Patricia es directora–fundadora de “Fundación Kabbalah Ecuador” e instructora. Desde sus plataformas comparte esta sabiduría, es pionera en la difusión del método de Kabbalah de Casa y la plataforma Ingenieria para el alma para Latinoamérica y Miami. Escribió 7 Principios Kabbalistas para educar a nuestros hijos, su podcast “Kabbalah es simple” tiene un gran público alrededor del mundo.
Síguela en: www.vivirkabbalah.com Instagram: @patriciajuradou, Google Podcast: Kabbalah es simple.
Se formó como conferencista con Ismael Cala en Miami.
Fundación Kabbalah Ecuador: www.fundacionkabbalah.com
Instagram: @fundacionkabbalahecuador