Vivimos sumergidos en océanos de información con poca o ninguna profundidad, pegados a una pantalla en la cual encontramos mentores de acciones tan humanas como respirar, ¡maravilla! Sin duda la humanidad nunca ha tenido tanto acceso al conocimiento.
Nuestros sabios de la kabbalah nos enseñaron que el conocimiento también tiene un aspecto de oscuridad, todo en esta realidad material tiene ambos aspectos: luz y oscuridad, el conocimiento crea una trampa mental en la cual todos podemos caer, saber por saber, saber por alimentar nuestro ego del conocimiento, ¡cuántos eruditos existen en el mundo!
Personas encarceladas en su conocimiento que pierden la sensibilidad de poder ver el punto de vista de otro, pierden su capacidad de escuchar e incluso su sensibilidad.
Personalmente conozco gente que no deja pasar un curso, un diplomado más, un título más, acumulando certificaciones y credenciales, lo cual muestra un gran deseo de aprender, pero al mismo tiempo tenemos que recordar que el conocimiento es la puerta de los cambios en nuestra vida, pero no es lo que produce los cambios.
Los cambios que queremos obtener a través del conocimiento solo se logran con la vivencia de ese conocimiento, con la experiencia práctica de todo aquello que sabemos a nivel de información.
Existe una antigua fábula kabbalista que representa de manera cruda pero real el tiempo en el que vivimos en términos de cantidad de información.
Nuestros sabios preguntan: En que se diferencia un burro cargando libros de un ser humano cargando conocimiento? Fuerte no?
El hombre es la única parte de la única criatura de la creación diseñada para impactar de manera contundente en su entorno a su entera voluntad, si a nuestra entera voluntad, el conocimiento debe ser utilizado para crear un impacto positivo en nosotros mismos y en nuestro entorno.
De nada sirve saber y no hacer, saber y no hacer es lo mismo que no saber como titula este artículo, si solo sabemos pero no hacemos todo esa información está en un nivel inmaterial, en un nivel fuera del plano físico, es una energía abstracta que de acuerdo a la kabbalah tiene un nivel de impacto por supuesto sobre todo en nuestros enredos mentales pero no fue creado para eso, fue creado para ser usado, pensemos en cualquier invento, que sería de nosotros si el automóvil por ejemplo se hubiese quedado en una idea muy buena.
Quiero motivarte a que estés consciente de que todo los diplomados, todos los títulos, todas las certificaciones que hagas son excelentes para tu vida en la misma medida en la que seas capaz de convertirlas en un cambio positivo para ti y para tu entorno.
Quizás menos saber y más hacer intuitivamente, hasta la próxima.
Patricia Jurado U.
Directora de Fundación Kabbalah Ecuador
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