Muchos de nosotros confundimos deseo con carencia, deseo con necesidad, pero de acuerdo a la kabbalah son dos fuerzas distintas que operan en nosotros y que provienen de diferentes fuentes.
El deseo es quienes somos, somos energía de deseo de recibir permanentemente aquello que nos proporciona satisfacción en corto, mediano o largo plazo, por ejemplo el placer de tomarse la primera taza de café en el desayuno o el placer de ver que nuestros proyectos dan el fruto por el cual trabajamos.
Pero vamos a hacer unas puntualizaciones que nos permitan diferenciar el lugar desde el cual estamos viviendo:
Esta comparación es solo una pequeña muestra que nos permite diferenciar claramente dos posturas frente a la vida, digamos que la carencia se puede definir también como una necesidad desmedida por algo o por alguien, una adicción, un condicionamiento mental que luego se transforma en emoción que nos dice que sin eso o sin él o sin ella no podré sentirme completo, feliz.
¿Por qué ocurre esto?
Esto ocurre cuando siento deseo por algo y no lo controlo, sino que lo dejo que se mueva por mi vida sin restricción de ningún tipo, el deseo debe ser administrado por nuestra conciencia sumada a la responsabilidad en la toma de decisiones correctas y sensatas en cada momento, pensando siempre en un bien mayor.
Pero cuando no somos conscientes de que debemos gobernar nuestro deseo y simplemente lo dejamos libre, esto hace que tomemos decisiones precipitadas e impulsivas que nos llevan a relacionarnos con cualquier aspecto de nuestra vida, como el trabajo, el dinero o las personas de una manera desequilibrada. Este desbalance hace que conozcamos el lado oscuro del deseo que es la carencia o necesidad desmedida por aquello que fue el objeto de nuestro deseo.
El deseo en sí mismo es algo maravilloso, es lo que nos impulsa a ir por más satisfacción en nuestra vida, es lo que nos impulsa a avanzar y a crecer en todos los niveles, pero requiere de esa observación continua de nuestra parte, una observación que administra esta fuerza y la mantiene como una fuerza constructora en lugar de la destrucción que produce la necesidad sin medida o carencia.
Por otro lado, si no tomamos control de esta fuerza y se convierte en carencia debemos saber que la carencia jamás se llena, es como un enorme agujero negro que siempre necesita más y que nada la satisface.
¿Te has sentido así?
Todos oscilamos constantemente entre el deseo y la carencia en todos los ámbitos de nuestra existencia, lo importante desde el punto de vista de la kabbalah es lograr inyectar conciencia y responsabilidad en cada una de esas oscilaciones para lograr implementar una sana restricción a esa fuerza a la cual llamamos deseo.
Que tu vida esté llena de deseo, un deseo luminoso, continuo y ordenado.
Patricia Jurado U.
Patricia es directora–fundadora de “Fundación Kabbalah Ecuador” e instructora. Desde sus plataformas comparte esta sabiduría, es pionera en la difusión del método de Kabbalah de Casa y la plataforma Ingenieria para el alma para Latinoamérica y Miami. Escribió 7 Principios Kabbalistas para educar a nuestros hijos, su podcast “Kabbalah es simple” tiene un gran público alrededor del mundo.
Síguela en: www.vivirkabbalah.com Instagram: @patriciajuradou, Google Podcast: Kabbalah es simple.
Se formó como conferencista con Ismael Cala en Miami.
Fundación Kabbalah Ecuador: www.fundacionkabbalah.com
Instagram: @fundacionkabbalahecuador