Muchos de nosotros confundimos deseo con carencia, deseo con necesidad, pero de acuerdo a la kabbalah son dos fuerzas distintas que operan en nosotros y que provienen de diferentes fuentes.
El deseo es quienes somos, somos energía de deseo de recibir permanentemente aquello que nos proporciona satisfacción en corto, mediano o largo plazo, por ejemplo el placer de tomarse la primera taza de café en el desayuno o el placer de ver que nuestros proyectos dan el fruto por el cual trabajamos.
Pero vamos a hacer unas puntualizaciones que nos permitan diferenciar el lugar desde el cual estamos viviendo:
El deseo proviene del ama
El deseo nos entusiasma
El deseo es expansivo
El deseo es creativo
El deseo nos da seguridad
La carencia proviene de las expectativas del ego
La carencia nos agota
La carencia nos contrae y empequeñece
La carencia es competitiva sin medida
La carencia nos crea ansiedad y miedo
Esta comparación es solo una pequeña muestra que nos permite diferenciar claramente dos posturas frente a la vida, digamos que la carencia se puede definir también como una necesidad desmedida por algo o por alguien, una adicción, un condicionamiento mental que luego se transforma en emoción que nos dice que sin eso o sin él o sin ella no podré sentirme completo, feliz.
¿Por qué ocurre esto?
Esto ocurre cuando siento deseo por algo y no lo controlo, sino que lo dejo que se mueva por mi vida sin restricción de ningún tipo, el deseo debe ser administrado por nuestra conciencia sumada a la responsabilidad en la toma de decisiones correctas y sensatas en cada momento, pensando siempre en un bien mayor.
Pero cuando no somos conscientes de que debemos gobernar nuestro deseo y simplemente lo dejamos libre, esto hace que tomemos decisiones precipitadas e impulsivas que nos llevan a relacionarnos con cualquier aspecto de nuestra vida, como el trabajo, el dinero o las personas de una manera desequilibrada. Este desbalance hace que conozcamos el lado oscuro del deseo que es la carencia o necesidad desmedida por aquello que fue el objeto de nuestro deseo.
El deseo en sí mismo es algo maravilloso, es lo que nos impulsa a ir por más satisfacción en nuestra vida, es lo que nos impulsa a avanzar y a crecer en todos los niveles, pero requiere de esa observación continua de nuestra parte, una observación que administra esta fuerza y la mantiene como una fuerza constructora en lugar de la destrucción que produce la necesidad sin medida o carencia.
Por otro lado, si no tomamos control de esta fuerza y se convierte en carencia debemos saber que la carencia jamás se llena, es como un enorme agujero negro que siempre necesita más y que nada la satisface.
¿Te has sentido así?
Todos oscilamos constantemente entre el deseo y la carencia en todos los ámbitos de nuestra existencia, lo importante desde el punto de vista de la kabbalah es lograr inyectar conciencia y responsabilidad en cada una de esas oscilaciones para lograr implementar una sana restricción a esa fuerza a la cual llamamos deseo.
Que tu vida esté llena de deseo, un deseo luminoso, continuo y ordenado.
Patricia Jurado U.
Patricia es directora–fundadora de “Fundación Kabbalah Ecuador” e instructora. Desde sus plataformas comparte esta sabiduría, es pionera en la difusión del método de Kabbalah de Casa y la plataforma Ingenieria para el alma para Latinoamérica y Miami. Escribió 7 Principios Kabbalistas para educar a nuestros hijos, su podcast “Kabbalah es simple” tiene un gran público alrededor del mundo.
Síguela en: www.vivirkabbalah.com Instagram: @patriciajuradou, Google Podcast: Kabbalah es simple.
Se formó como conferencista con Ismael Cala en Miami.
Fundación Kabbalah Ecuador: www.fundacionkabbalah.com
Instagram: @fundacionkabbalahecuador