Croacia debe ser uno de los más hermosos y pintorescos países de Europa. Alberga miles de islas, una costa Adriática muy larga y en su interior paisajes semejantes a los del norte como Suiza y Francia.
Si bien Croacia es hermosa todo el año, tuve la suerte de visitarla durante el otoño cuando sus bosques y lagos relucen aún más con su paleta de mil colores.
Zagreb su capital, es una hermosa ciudad, llena de parques y edificios del estilo Austrohungaro en donde sobresale la Catedral con sus esbeltas torres al igual que la Iglesia de San Marcos.
No menos sorprendente es el Parque Nacional de los lagos Plitvice, una reserva forestal de 295 km cuadrados en el centro de Croacia. Conformado por una cadena de 16 lagos aterrazasdos y unidos por cascadas que se extienden hacia un cañón de caliza. Los senderos y rutas de excursión serpentean en torno al agua y a través de ella. Un bote eléctrico vincula los 12 lagos superiores y los 4 inferiores. En estos últimos, se encuentra la cascada Veliki Slap de 78 m de altura.
Siguiendo nuestro viaje hacia la costa encontramos la ciudad Split, una pequeña joya enclavada en el mar Adriático. Es la segunda ciudad más populosa de Croacia y famosa porque allí se encuentra el palacio de Diocleciano, emperador Romano que decidió retirarse de su función de Cesar para vivir en Split.
Y como un postre delicioso y dulce; la ciudad de Dubrovnik, maravillosa ciudad se constituye un destino turístico en sí mismo. Reconstruida luego de la guerra civil en los años 90’s es hoy en día una de las ciudades más visitadas de Europa. La ciudad antigua amurallada que se conserva en perfecto estado luego de la reconstrucción al final de la guerra civil es sencillamente hermosa, las imágenes lo dicen todo.