Hace alrededor de 25 años, una destacada periodista de turismo de los Estados Unidos visitó algunos de los principales atractivos turísticos de nuestro Ecuador, entre ellos la maravillosa ciudad de Cuenca. Al término de su visita, la influyente visitante sentenció: “Cuenca es el secreto turístico mejor guardado que ha tenido el Ecuador”. Su frase tuvo gran impacto tanto local como internacional, especialmente en Norteamérica. Es grato comprobar cómo, unos años más tarde, de lugar poco visitado, Cuenca ha pasado a ser un destino turístico de muy alta demanda.
El episodio acude a mi mente esta soleada mañana de junio mientras recorro las calles del hermosísimo Centro Histórico de Cuenca con sus callejuelas adoquinadas, sus casas de estilo colonial, sus docenas de imponentes Iglesias, conventos, monasterios y monumentos de enorme valor artístico, arquitectónico e histórico. Por si fuera poco, la gente es de una genuina y gratísima hospitalidad, presta a brindar desde una sonrisa hasta una dirección y ayuda a todo aquél que camina por sus calles, con claro aspecto de turista.
El Parque Calderón es el corazón del Centro Histórico. Flanqueado al oeste por la edificación más imponente y preponderante de la ciudad: la monumental Catedral de Cuenca, conocida también como la Catedral Nueva y oficialmente como “Catedral de la Inmaculada Concepción de Cuenca”, con sus inconfundibles y enormes cúpulas y domos cubiertos de azulejos de impactante color azul-lila, visibles desde casi cualquier lugar de la ciudad. Al frente, hacia el este, destaca, más pequeña pero cargada de historia, con su hermosa fachada impecablemente blanca, la colonial Iglesia de El Sagrario, también llamada “Catedral Antigua”, construida en el siglo 16, hoy devenida en un hermoso Museo de Arte Religioso. Hacia el sur está el blanco edificio de la Municipalidad de la ciudad y el edificio de la Gobernación y hacia el norte un conjunto de señoriales casas de similar estilo y color blanco. El Parque Calderón alberga en su centro la estatua de Abdón Calderón, joven subteniente cuencano que sobresalió por su coraje en la histórica Batalla del Pichincha que le dio la libertad definitiva a nuestro Ecuador.
En el interior, la impresionante Catedral, de estilo gótico-renacentista, deja al visitante literalmente con la boca abierta por la majestuosidad de su estructura, de sus naves, altares, arte religioso, vitrales, el finísimo mármol que cubre pisos y pilares. Es sin duda una de las obras de arquitectura religiosa más fantásticas del Ecuador. Al costado sur de la Nueva Catedral nos encontramos con la colorida Plaza de las Flores, junto al colonial monasterio del Carmen de la Asunción, con su despliegue multicolor de las más hermosas flores que cubren de aroma y colorido a la plaza y sus alegres vendedoras, cuya vestimenta también ostenta un despliegue de color.
Cuenca fue declarada por la UNESCO como Ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1999 y su Centro Histórico está repleto de fabulosas Iglesias, conventos, monasterios, edificaciones, plazas y monumentos que hablan de un pasado y un presente rico en cultura y arte. Las Plazas e Iglesias de San Francisco y San Sebastián son solo dos ejemplos de muchos más que hacen de Cuenca una ciudad única y fascinante. Además de cultura y arquitectura, Cuenca es también paisaje inigualable, rodeada por los Andes con sus verdes colinas y el macizo de El Cajas hacia el oeste. “Santa Ana de los Cuatro Ríos de Cuenca” está rodeada o atravesada, en efecto, por cuatro Ríos: el Tomebamba, Tarqui, Yanuncay y Machángara. El paso del Río Tomebamba por el centro mismo de la ciudad, origina topográficamente el famoso “Barranco”, colorido barrio colonial que se alza en la pequeña colina que bordea el costado norte del emblemático río. Las casas neo-coloniales y neo-republicanas adornan el paisaje natural que divide el Centro Histórico de la Cuenca moderna que se extiende hacia los extremos suroeste y norte. Hoy el Barranco es un lugar de arte, cultura, bohemia, estupendos hoteles, restaurantes, museos y lugares icónicos como el “Puente Roto”, la Cruz y Plazoleta de “El Vado”. Al sureste del Barranco se encuentra el Complejo Arqueológico y Museo de Sitio de Pumapungo, incrustado en el corazón de la ciudad y testimonio de las riquísimas culturas Pre-Hispánicas que habitaron la zona desde hace miles de años atrás. Desde cualquier rincón del Barranco, se observa al frente la hermosa colina y Mirador de Turi, desde donde se puede obtener una panorámica insuperable de la tercera ciudad más grande del Ecuador, fusión armoniosa de cultura antigua y tradiciones con toda la modernidad de nuestros tiempos, incluyendo la reputación como uno de los mejores centros de educación, principalmente superior, del país y un lugar reconocido mundialmente como destino preferido de retiro para jubilados de Norteamérica, Europa y otros lugares del orbe.
Cuenca y sus alrededores es también un centro artesanal de renombre y uno de los dos principales polos del Ecuador en los que se elaboran a mano, los mundialmente famosos sombreros de paja toquilla, común y erróneamente llamados “Panama hats” pero que son una finísima artesanía manual de pueblos ancestrales de la costa central y de los Andes meridionales del Ecuador. En la famosa Calle Larga se encuentra el Museo del Sombrero de Paja Toquilla, en una hermosa casa patrimonial. Aquí se puede conocer desde el laborioso proceso de crear cada sombrero, hasta muestras de productos acabados, fruto de la habilidad y herencia ancestral, principalmente elaborado por mujeres. Además de sombreros finos, Cuenca es también reconocido centro de maravillosos tejidos como el exquisito “Ikat”, las macanas, chales y vestidos que con frecuencia ostentan personalidades de talla mundial en grandes eventos en Nueva York, París o Milán. De igual manera la alfarería ancestral ha devenido en una floreciente industria de cerámica de exportación e inconfundible toque artístico que encanta a propios y extraños. También está presente la joyería fina de plata, de oro y mucho más.
Y claro, la deliciosa gastronomía tradicional de Cuenca es el complemento perfecto para el final de cada mañana y tarde de exploración y descubrimiento de los numerosos y variados secretos que guarda esta mágica ciudad. Las deliciosas “cascaritas”, crocante cuero dorado de cerdo, los cuyes a la brasa, el mote en sus diversas preparaciones: mote-pillo; mote-pata, mote-sucio y una diversidad de platos hacen de cada comida un deleite para el paladar. En las festividades de Corpus, en el mes de Junio, los alrededores de la Plaza Central, Parque Calderón y otros espacios públicos de la ciudad se llenan de más colorido, complementado con los aromas, formas y texturas de los también famosos “dulces de Corpus”, una variedad de golosinas que no solo son una delicia para el paladar sino creativas obras de arte de la culinaria artesanal, preparadas a mano, a menudo con recetas secretas de las abuelas o del interior de los conventos y las manos de habilidosas monjitas de claustro. Nadie se puede marchar de Cuenca en Junio sin su “cargamento” de dulces de Corpus.
Y en la noche cuencana, un recorrido panorámico por el Centro Histórico con la fastuosa iluminación ornamental de sus principales monumentos y edificaciones, una romántica cena, unos tradicionales cocteles locales y toda la música y alegría que ofrecen decenas de bares, discotecas y lugares de esparcimiento complementan todo aquello que ofrece esta ciudad que enamora y obliga a regresar…