Cuencano con genética de familias gastronómicas, su primer recuerdo de conexión con la cocina fue a los 6 años, cuando en una chanchada en casa de su abuela Amelia (en Méndez – Amazonía central) movía la primera paila de fritada y su familia creía que era una travesura infantil.
Sus estudios los realizó en Cuenca y al ser el mejor estudiante pensaron que sería un buen abogado o un buen médico, tal vez un empresario hotelero como sus abuelos José y Piedad o como su padre, José Ochoa, empresario hotelero desde muy joven y Fundador de Equindeca – empresa dedicada a la venta de equipos, menaje y lencería – HORECA, pero cuenta que su conexión con los hoteles Conquistador y España en Cuenca solo fue con la cocina y cocineros.
Emprende un viaje a Francia para estudiar gastronomía en Paul Bocuse y obtiene su primer Bachellier en Artes Culinarias. Luego su máster en Francia, Finlandia y Noruega – Innovación en Negocios de Alimentos y Bebidas, completando 6 años de formación. José Andrés nos dice “mis padres siempre me dijeron que haga lo que yo considere me haga muy feliz, pero que lo haga bien”.
En Ecuador tuvo grandes consejeros y motivadores: Dimitri Hidalgo y el libro de Santiago Chamorro. Cuando me comentó a mí que le gustaba cocinar y quería estudiar gastronomía, mi poca sutileza fue decirle: vete a conocer el mundo y Francia es la mejor alternativa para conocer la cocina. Me comenta, 7 años más tarde, que esto le hizo tomar la decisión de emprender su aventura y enfrentarse al reto de estudiar en una de las mejores escuelas gastronómicas del mundo.
“Ferrán Adriá, motivador internacional, a quien consider como el cocinero que pone más ciencia química en la cocina, me da muchas herramientas y motivaciones a continuar mi creatividad. René Retsepi del restaurante NOMA, un cocinero nórdico, me dio la directriz de que el respeto al producto y el tratamiento del mismo hace de un cocinero no solo el mejor sino el más creativo y responsible, nos cuenta José Andrés.
Hoy enfrento el reto que considera el más grande de su vida hsta el momento: ser el chef ejecutivo del Hotel Ibis en Quito a sus 26 años y no defraudar la confianza de sus padres, mentores y de una de las cadenas hoteleras más respetables del mundo.
Esta es una pequeña muestra de la gran propuesta gastronómica con la que este joven cocinero pide la oportunidad para dignificar a los productos ecuatorianos con su interpretación:
Pulpo a la oliva: plato peruano con su interpretación, larga cocción en baja temperatura y grillado con triángulos de papas a la inglesa.
Locro de papas. El plato que identifica a la sopa quiteña y en el Ibis es el más vendido en el restaurant, principalmente por las noches.
Lomo fino en sus jugos, papas con piel que absorben sabores a jugos de bife.